¿Verdad? Pero ¿qué iba yo a hacer? Era mi última asignatura; había que cuidarla. El profesor me miró al empezar ¡con unas ganas de aprobarme! Pero yome defendí como un león. El hombre sudaba, se ponía pálido. Que mal rato pasó el pobre. En fin, ya está: un año más de estudiante, y ya veremos luego. Ah, los que no sentís esta emoción del fracaso, no comprenderéis nunca la esencia del romanticismo.