El noviazgo del Carnicerín y de la Justa se formalizaba; el señor Custodio y su mujer se bañaban en agua de rosas , y únicamente Manuel creía que el matrimonio, al fin, no se realizaría. (…) El Carnicerín se mostraba generoso y tenía delicados obsequios para los padres de su novia.Un día de verano convidó a toda la familia y a Manuel a una corrida de toros. La Justa se puso muy elegante y bonita para ir con su novio. El señor Custodio llevaba las prendas de toda gala: el sombrero hongo nuevo; nuevo, aunque tenía más de treinta años; su chaqueta de pana, forrada, y un bastón con puño de cuerno comprado en el Rastro ; la mujer del trapero llevaba un traje antiguo y pañuelo alfombrado, y Manuel estaba ridículo con su sombrero, sacado del almacén, que le salía un palmo por delante de los ojos; traje de invierno, que le sofocaba, y botas estrechas. Detrás de la Justa y del Carnicerín, el señor Custodio, su mujer y Manuel llamaban la atención de la gente, que se reía al verlos. La Justa se volvía a mirarlos y sonreía. Manuel iba furioso, sofocado; el sombrero le apretaba en la frente y le dolían los pies. Salieron a la calle de Toledo y llegaron en el tranvía a la Puerta del Sol ; allí subieron a un ómnibus , que los llevó a la Plaza de Toros.